El carbón está compuesto principalmente de carbono, el elemento clave responsable de su poder calorífico. Además de carbono, el carbón contiene humedad, residuos minerales, volátiles y compuestos de azufre. De todos ellos, el azufre desempeña un papel fundamental a la hora de determinar el impacto medioambiental de la combustión del carbón.
El azufre del carbón está presente tanto en formas inorgánicas -como el azufre pirítico (FeS₂) y diversos sulfatos (Na₂SO₄, CaSO₄, FeSO₄)- como en compuestos orgánicos, como sulfuros, mercaptanos y disulfuros. El contenido total de azufre en el carbón puede variar entre el 0,2% y el 5% en peso sobre una base seca.
Durante la combustión del carbón, el azufre se libera principalmente en forma de dióxido de azufre (SO₂) y sulfuro de hidrógeno (H₂S). Estos gases reaccionan con el oxígeno, el agua y otros elementos atmosféricos, formando finalmente ácido sulfúrico. El resultado es una contribución significativa a la lluvia ácida, con efectos negativos sobre la calidad del suelo, los ecosistemas acuáticos y la salud humana.
Por estas razones, la determinación precisa del contenido de carbono y azufre es esencial para evaluar la calidad del carbón, el cumplimiento de la normativa y el impacto medioambiental.
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